jueves, 28 de enero de 2016

"Rebel Heart": opulento, ambicioso, inconsistente


Madonna regresó a Puerto Rico. Y lo hizo 23 años después de su recordada y controvertible visita en el marco de "The Girlie show", su entrega de entonces. Se trataba de una Madonna en todo el esplendor de su carrera. Rebelde. Dispuesta a derribar barreras estereotípicas sobre el rol de la mujer en el mundo (y en la música). Irreverente, desenfadada y creativa.
Más de dos décadas después Madonna -la autoproclamada Reina del Pop- volvió a la isla como lo hace aquel que regresa victorioso. Esos veinte años no solo le han servido para acumular controversias.También logros y desaciertos (más de los primeros que de los segundos). El principal de todos, haber sobrevivido a su extrema popularidad de los 80's y tempranos 90's y, al final del camino, poder alzarse en un podio poco poblado: ese de los artistas que viven para lograr carreras legendarias y vigentes, trascendiendo generaciones y demográficos.
Y como 20 años es un mundo, los fanáticos y curiosos locales llenaron la primera de dos noches de "Rebel Heart". Cada uno con su propio libro de expectativas, lo que anticipaba la imposibilidad de cumplirlas todas. Al final de la noche, "Rebel Heart" resultó ser una propuesta con resultados mixtos.
Primero los aciertos. No quepa duda que se trata de un buen concierto. Ninguna otra puesta en escena en tiempo reciente en la isla puede superar el despliegue técnico de "Rebel Heart". Vestuarios que nada tienen que envidiarle a la mejor puesta en escena de Broadway, pantallas de ultima tecnología, toneladas de luces, bailarines/acróbatas de primer orden, confeti.
Todo eso y más estuvo presente en la propuesta de anoche. De igual forma, el sonido estuvo de primera y permitió escuchar con claridad la voz de la artista. Lo que nos lleva al segundo de los aciertos. Madonna no es una cantante prodigiosa. Ni falta hace que lo sea. Después de todo, los artistas que hoy son venerados por la nueva generación de estrellas de la música y sirven de referencia para muchos de ellos tampoco lo fueron. La "Chica material", Michael Jackson, Janet Jackson y durante algunos años Paula Abdul eran el equivalente al Olimpo en el mundo del show Business. Con Madonna, Michael y Janet como los artistas mejores pagados por las disqueras en la historia de la música. Pero ninguno era poseedor de voces de esas que ganan concursos de canto (el Michael niño es harina de otro saco). Eran, sin embargo, mentes creativas, perfeccionistas, meticulosos, involucrados hasta el más mínimo detalle de sus puestas en escena y visionarios a la hora de crear conceptos musicales innovadores. Madonna continua siendo todo lo anterior, pero a ello hay que sumar que su voz se encuentra en mejor estado que nunca. Sin duda el resultado de los años de carrera y la disciplina para desarrollar su instrumento. Ello resulto particularmente evidente en temas como "La vie en rose". A esto hay que añadir su condición física. Madonna no tiene 20 años. Quien esperaba verla con la misma vitalidad de hace dos décadas tenia su mirada colocada en un estante muy alto. Madonna tiene 57 muy bien llevados años, una condición física envidiable, un cuerpo evidentemente esculpido por horas de gimnasio y estamina. Pero exigirle la energía y precisión de una veinteañera es no solamente injusto sino cronológicamente imposible.

A pesar de todos los aciertos y puntos a su favor, la puesta en escena en Puerto Rico de "Rebel Heart" en su primera noche resultó ser un potaje con resultados agridulces. Tal vez porque no solo basta con tenerlo todo, sino que es importante cómo utilizarlo.
El espectáculo comenzó con excelente ritmo al escucharse los acordes de "Iconic" mientras la artista descendía de una jaula colgada del techo escoltada por decenas de bailarines que simulaban un ejército con aires de samuráis. El concierto continuó con "Bitch I'm Madonna", tema de su más reciente propuesta musical en el que para su puesta en escena apostó a una estética asiática. Pero el tempo del concierto comenzó a bajar en la media en que corrían las manecillas del reloj. A pesar de los indudables detalles de producción, el espectáculo parecía por momentos lento y en pocas ocasiones logró conectar con la audiencia al punto del frenesí. Lo consiguió, sin embargo, en los momentos en los que optó por conversar con la audiencia. Después de todo, su carrera ha tenido siempre como plato fuerte su personalidad. Y era ella la protagonista en esos momentos de intimidad y cercanía con el público. La puesta en escena de "Holy Water" (en cuya letra parece comparar los fluidos vaginales al agua bendita) y "Vogue" resultó  entretenida por cuanto puso en primera línea su condición física (y la de sus bailarinas) al danzar subida a "tubos", lo que evidenció precisión y estamina. Madonna recurrió al uso de hábitos de monjas y "tubos" en forma de cruces . Ello sin embargo no resultó en una propuesta innovadora para una artista como Madonna, por cuanto la iconografía de la iglesia católica ha sido un elemento siempre presente en su estética. 
Si bien en los ochentas y noventas todo ello habría resultado "rebelde", en pleno siglo 21 tales imágenes son un guiño al pasado de la propia artista que por mas de 30 anos se ha encargado de retar esa simbología consistentemente. Sin embargo, su uso resultó consistente con su personalidad pública y abiertamente entretenido.
Otro desacierto fue el repertorio. Sí. Evidentemente debía incluir temas de su nuevo disco porque la gira se da en respaldo esa producción. Sí. Incluyó un buen puñado de sus éxitos como Vogue, True Blue, Music y Like a Virgin entre otros. Pero algo hacia que la mezcla entre el escogido de temas y la puesta en escena tuviera como resultado un espectáculo de ritmo lento que nunca alcanzó el "clímax" al que se esta acostumbrado en conciertos de esta envergadura. Quizá lo más cercano a ello fue el final, tras la habitual falsa salida y el regreso a escena con "Holiday". El público disfrutó y coreó el tema de principio a fin. Tal vez por los recuerdos de años mozos. Quizá porque conservó el arreglo y vitalidad original. O por la vistosa puesta en escena y la utilización (esta vez de forma más modesta) de nuestra bandera nacional. 



En definitiva "Rebel heart" fue un buen concierto. Colorido, opulento y meticuloso. Pero a juzgar por pasadas puestas en escena, no el mejor de la rubia de Detroit. Eso sí. Si de algo sirvió fue como evidente recordatorio de las cualidades que han convertido a Madonna en la artista más longeva de su generación y, con toda seguridad, de la historia de la música. De seguro aun le quedan muchos más trucos debajo de la manga.